CASTILLA DEL DESDÉN CONTRA LA SUERTE: BURGO Y CAÑÓN
CASTILLA DEL DESDÉN CONTRA LA SUERTE: BURGO Y CAÑÓN
La catedral del Burgo de Osma restablece la paz en la frontera. La visión de su torre calma al viajero que acaba de atravesar con ansiedad el páramo desolado, o los peligrosos cañones calcáreos, o el Duero por sus portillos; y le asegura en su promesa de un orden instaurado por Dios. La historia de la catedral es la historia de ese orden que defendieron sus obispos y sublimaron sus artistas. Para sustituir el paganismo y asegurar el camino hacia Osma debió construirse el monasterio de San Bartolomé del río Lobos donde el viajero habrá de decidir si la maravilla que experimenta al verla, es debida a corrientes telúricas o al tremendo poder de la belleza.
“Aquí el resto de los siglos para gloria de Dios bajo el manto del obispo. Porque la historia de El Burgo es un largo episcopologio. Y saben a incienso su economía, su sociología y su psicología hechas a cobijo o al rechazo de la mitra”Avelino Hernández.
“El miedo a Dios expulsa el miedo a los hombres”San Jerónimo
¿Energías telúricas, esoterismos templarios, o la sola belleza que, inmensa, te traspasa y se transforma en vital alegría?
«Hasta que comprendemos que las cosas podrían no ser, no podemos comprender que las cosas son. Hasta que no vemos el fondo de oscuridad no podemos admirar la luz como una cosa única y cerrada. Apenas hemos visto esa oscuridad, toda luz es iluminadora, súbita, cegadora y finita.»
C.K. Chesterton.
“De Calatañazor a Soria se tiende el impresionante páramo de
Villaciervos; paisaje magno, de plata oxidada, con las desolladuras calcáreas
de pedregal aliviadas, matizadas por el sombreado del enebro, deprimiéndose en
hondonadas, elevándose en formas de castillo o muela, cargando a lomos de un
horizonte que pesa con las cumbres fingidas de la serranía.”Dionisio Ridruejo
Septiembre amenaza siempre por tierras del Burgo con el Juicio Final
«El bárbaro, o totalmente se burla o totalmente venera. La civilización es sonrisa que mezcla discretamente ironía y respeto»
Nicolás Gómez Dávila